martes, 11 de julio de 2017

Los jóvenes de San Juan se encontraron para compartir la fe

San Juan - Con el lema "Hizo en mí grandes cosas", más de 4000 jóvenes sanjuaninos se congregaron el 8 de julio en el estadio cerrado Aldo Cantoni de la ciudad de San Juan para participar del encuentro juvenil arquidiocesano.
Acompañaron a los jóvenes el nuncio apostólico, monseñor Emil Paul Tscherrig, el arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Jorge Lozano, quien presidió la misa y escuchó confesiones, y demás sacerdotes de la arquidiócesis.
Los grupos de jóvenes provenientes de diferentes puntos de la provincia comenzaron a llegar desde muy temprano en la mañana. Observando los carteles, se podían distinguir miembros de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, de la catedral, de San Juan Bosco, Santo Domingo, y grupos de Acción Católica, Pastoral Juvenil, Movimiento de la Palabra de Dios, Nuestra Señora de los Desamparados, y Peregrinación de María.
El presbítero José Cardozo, asesor de la Pastoral Diocesana de la Juventud, señaló a la prensa que "esta es la sexta edición de esta jornada que se realiza con la intención de vivir una experiencia de Dios, encuentro de diversión, cantos y compartir la mesa común de la Eucaristía, donde los jóvenes sientan una experiencia real de la misericordia del Padre".
En su diálogo con los periodistas, el sacerdote agregó "padecemos una guerra silenciosa que se vive en todos lados. Es la adicción, la trata de personas, la violencia, la marginación, la pobreza. Estas explosiones nos tocan de cerca". Y continuó: "Yo he criticado el rótulo que se les coloca a los jóvenes diciendo que están perdidos. Eso generaliza y marca. Puedo verlos fumando, pero no por eso tengo que decir que están perdidos. No tengo que juzgar, sino acercarme. Hay jóvenes que la luchan día a día", expresó el presbítero Cardozo.
En su homilía, monseñor Lozano destacó la importancia de la labor de los jóvenes en la actividad religiosa y su trabajo pastoral. El arzobispo pidió que se pongan cada uno la mano en el corazón y reciban la bendición, no sólo por los presentes sino también por los que no estaban o por los que tomaron la senda de Dios. Finalizada la misa, los presentes cantaron y bailaron.
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